PRÓLOGO
– ¡Vamos Luck! ¿No te irás a rajar
ahora?
– En serio tíos, tengo que irme, tengo
prisa
– ¿Tienes miedo, o qué?
– ¿He tenido miedo alguna vez? – dije
sonriendo.
Los
tres chicos se quedaron sentados en el banco de piedra.
Sabían
que aquella cuestión era irrefutable. No dijeron una sola palabra hasta que me
vieron desaparecer por una de las estrechas calles.
– El
muy cabrón tiene razón – dijo el más alto de los tres.
Su nombre; Aaron. Un chico poco común.
Aficionado a ordenadores y juegos de roll. Era lo que se suele decir, un friki en toda regla.
Vestía
con camisetas anchas y pantalones del mismo tallaje, siempre de color negro,
por supuesto.
Adoraba
también todo lo relacionado con el satanismo, aunque siempre me mantuve alejado
de esos temas, por muy amigos que fuésemos hay límites que es mejor no superar.
Por
si fuera poco engominaba su rojizo y largo cabello, desde la frente hasta la
nuca, sin escatimar en gomina. Lo peor de todo es que siempre creyó que era un
peinado moderno.
Otra
cosa característica de él, eran sus gafas. Aquellas viejas y destartaladas
gafas de pasta negra que ocupaban la mayor parte de su rostro ocultando por
completo sus verdes ojos.
Nunca
supimos encajarlo en un estilo concreto, asique decidimos pensar que era Aaron,
sin más, un chico único.
A
pesar de su atípico aspecto y de sus extraños hobbies, era uno de mis mejores
amigos. Un tipo legal, extrovertido e ingenioso. Por supuesto, los mejores
planes, los más locos y divertidos siempre los proponía él.
– ¿Creéis
que le pasa algo? Nunca había pasado de un plan como éste – dijo nervioso el
chico de los ojos azules.
Ése, era “Rita”. Pensaréis que no es
el nombre más adecuado para un chico, pero ya sabéis que pasa cuando alguien
comete un error ridículo delante de un grupo numeroso de personas. Te ponen un
mote humillante y a la vez gracioso que rememore tu error. Al final la gente
olvida la anécdota, pero ese ridículo nombre se queda contigo hasta el final,
incluso puede que haya personas que olviden tu verdadero nombre.
A
pesar de ese ligero inconveniente, que tan solo de vez en cuando provocaba
risas tontas entre un grupo de amigas mientras se preguntaban el por qué de ese
nombre, Rita era el más deseado por las chicas de nuestra edad, las más
pequeñas e incluso por mujeres más mayores.
Su
avanzado ingenio frente a la conquista femenina era excepcional.
Era
romántico, cuidadoso, sutil, y cariñoso, aunque no pueda decirse lo mismo de su
fidelidad, pero como eso ellas no lo sabían, era capaz de hacer caer rendida a
sus pies casi a cualquier mujer. Casi.
Con
nosotros era buen amigo, el mejor para mi junto a Aaron. Pero a diferencia de
éste, Rita era el típico amigo que necesita pensar las cosas más de una vez, el
típico que intenta eludirnos de nuestros “estúpidos” planes diciendo tonterías
como “Mejor vayamos a tomar algo por ahí”, o “Creo que no es una buena idea”.
Aún
así, a pesar de sus intentos por destruir nuestros planes, siempre terminaba
aceptándolos, participando en ellos y pasándolo mejor que nosotros mismos.
Tenía
el pelo color rubio ceniza, ojos negros como la noche más oscura, labios
pequeños pero gruesos que ocultaban una sonrisa con dientes perfectos.
–
Venga tíos, vámonos – dijo la voz más ronca de todas.
El tercero se llamaba Gregorio, pero
si aprecias lo más mínimo tu vida, jamás te atreverías a llamarle así. Todos le
conocíamos por Greg.
El
grandullón de Greg.
No
era muy alto, pero si robusto y fuerte como un toro.
Tan
solo era un año mayor que los demás pero apenas tenía pelo en su enorme y
redonda cabeza, por lo que hacía ya varios meses que había optado por raparse
lo poco que le quedaba quedándose completamente calvo, como una bola de
billar..
Tenía
una mirada oscura y profunda acompañada de una malvada sonrisa..
A
pesar de ser mi amigo, nunca me inspiró demasiada confianza. Cada vez que
estaba cerca mío me hacía sentir extraño, alejado de estar a salvo.
Era
un chico bastante reservado. A decir verdad, desde que le conocimos tres años
atrás, nunca había mencionado nada acerca de su vida personal, nadie sabía de
dónde venía, ni a donde iba.
– Seguro que ha conocido a una chica –
dijo Rita mirando a su alrededor con aire despreocupado.
- ¿Luck? – Contestó Aaron intentando
poner cara de incredulidad –.¡¿Cómo puedes pensar algo así de él?!
Los tres estallaron en carcajadas.
Lógicamente,
era una ironía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario